Pintura
al óleo sobre lienzo, muy llamativa por la utilización de colores puros y
complementarios. Se trata de una composición sin ninguna ley de perspectiva o
volumen, llena de figuras, independientes unas de otras.
En
cuanto a la composición, la perspectiva no juega ningún papel, es más bien
nula. Aunque es cierto que sí existe un cierto amago de perspectiva entre las
figuras del fondo y del frente, lo único distinguible en la obra es una escena
que se desarrolla tanto en el frente como en el fondo.
Las
luces y las sombras no existen, hay una contraposición de colores
complementarios, pero lo único que hacen es resaltarse unos a otros.
También
podemos observar que todas las figuras están delineadas y que no siguen los
cánones de proporción establecidos a lo largo de la historia del arte.
La
fecha de realización es entre 1905 y 1906, cuando comenzó el movimiento
fauvista. Es una de las primeras y más representativas obras de dicho
movimiento. Encarna todas las características generales tales como la
exaltación del color puro, el rechazo de la perspectiva y el volumen, el
abandono del estudio de la luz y el naturalismo impresionistas, etc. Se
aprecian las influencias del divisionismo, los colores puros de Seurat, también
de las pinturas de Van Gogh, que sabemos que delineaba todos sus dibujos y la
no utilización del negro de los impresionistas y en su lugar utilizar los
colores complementarios.
Lo
determinante en esta pintura y asimismo en todo el movimiento fauvista y la
obra de Matisse es la búsqueda de un arte creado por manchas de color que se
combinen armónicamente al mismo tiempo que se influyen y se condicionan.
Matisse
poseía una gran fuerza pictórica en estas primeras obras de 1905. Enfrenta rojos
con verdes, amarillos con violetas, etc. Su visión del arte era la de una
composición en la que disponer de manera decorativa los diversos elementos sin
importar el tema, como él mismo solía decir: ”la relación entre los diferentes tonos ha de establecerse de manera que
sea capaz de exaltarlos en vez de anularlos.” Buscaba un arte equilibrado,
apacible, un arte que fuera agradable a la vista, como un calmante cerebral.
Aunque
no hay que engañarse, esta obra, aún pareciendo tan simple a primera vista,
lleva detrás todo un estudio del color, de la forma y de la distribución de los
elementos en la composición, una búsqueda del equilibrio que anhelaba Matisse.
Es una síntesis de colores vivos y vibrantes que se complementan entre sí y
hacen que la composición sea tan agradable y armónica a nuestros ojos.
El
movimiento Fauve fue el primero de lo que denominamos vanguardias del siglo XX,
apenas duró el tiempo que va de 1905 a 1907, pero aunque se manifestó de forma
fugaz, lo hizo muy vivamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.