martes, 11 de abril de 2017
BERNINI: RAPTO DE PROSERPINA
Ante mí se presenta una de
las obras que, a mi parecer es de las más impresionantes obras de escultura del
barroco. El rapto de Proserpina
realizada entre los años 1621 y 1622 por
el polifacético artista Gianni Lorenzo Bernini (1598-1680), pertenece al
conjunto de los cuatro grupos borghesianos encargados por el cardenal Scipione Borghese:
Eneas, Anquises y Ascanio, David y Apolo y Dafne; actualmente conservada en la Galería Borghese de
Roma, Italia.
Lo cierto es que la
mitología es un tema que capta muy fácilmente mi atención, pero si hay algo de
esta escultura que sin duda me eriza, es la técnica, las formas, la manera en
la cual el mármol se acaricia a sí mismo y cobra vida. Observando la obra desde
una perspectiva frontal, vemos a la izquierda a Plutón, Hades en la mitología griega,
con la pierna izquierda adelantada, con el cuerpo en desequilibrio y la parte
superior en tensión. Su rostro está concentrado y es violento, la musculatura está
perfectamente esculpida y limada y sus brazos ahogan a Proserpina. Ambos
desnudos, pues el nudo de la obra parece no pretender ser técnico. Ella se
niega. Mira hacia el frente. Pide auxilio con los ojos, se retuerce y forcejea
pero está atada. La jerarquía de fueras está ya muy determinada y la propia
obra no solo nos consigue ilustrar perfectamente la escena de ese momento, sino
que logra mostrarnos el instante anterior y el inmediatamente posterior. Gira
su cuerpo, es rápido y trata de apartarle con el brazo, mientras con la mirada
busca alternativa, pero para mí que todo el mundo vuelve la cabeza y mira a sus
zapatos. El hecho de que ella este levantada del suelo y a una altura mayor, la
muestra como un personaje débil y etéreo que sin la fuerza que le proporciona el
estar en contacto con el suelo o con una base, no va a vencer, sin embargo él
no sólo está apoyado, sino que además en una posición de estabilidad para
ejercer la mayor fuerza posible. Para mí sin duda la visión más impresionante e
impactante es la perspectiva de la derecha, en ella Proserpina, teme, llora y relaja
su pierna, asumiendo la derrota injusta, mientras Plutón le agarra el muslo y
la cintura forzando a su piel a adaptarse a sus dedos y a abrazar la carne y la
pega a su cuerpo con una fuerza tan basta y violenta que se asemeja
idénticamente a una escena con cuerpos vivos y es realmente escalofriante.
Abajo, destaca la figura del Can Cerebero, que ladra y nos da a entender que
algo brutal y desgarrador esta sucediendo. En esta imagen, además de ver a Proserpina,
veo a muchas mujeres y además de ver a Plutón veo a muchos hombres, con la
misma condena de los hechos y eso me cierra el estómago y me embarga el alma.
Creo que esta escultura, fuera del poderío técnico del que Bernini hace gala en
todos los aspectos de su trabajo, muestra muchos otros poderes. Tiene un
inmenso atractivo estético, que produce el fenómeno en el humano sensible, que
envuelve completamente a la obra con el espectador y lo hace partícipe de una
situación con una tensión brutal en la que su decisión parece imprescindible y
además tiene el absoluto control sobre el éste y las emociones intrínsecas en
el mármol que le causa. Para mí personalmente, es una de mis obras escultóricas
favoritas, porque aun hoy, aun si tener idea de la historia de camino a los
infiernos que tiene tras de sí, o incluso sin estudiar en detalle las
capacidades técnicas del autor, es capaz de ofrecerse a todos los tipos de
miradas y provocar en cada una de ellas reacciones, exteriorizadas o no, y eso
me parece sublime.
Solo hace falta mirar la
figura, la fuerza, la decisión y la victoria de él en sus músculos tensos.
Solo hace falta hundirse en
los ojos de ella dejarse ahogar por el gentil y más atroz de los miedos.
Julia Medina de Frutos
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