lunes, 10 de diciembre de 2018

DE ARTE E INMORTALIDAD. Visita a la exposición de Javier Viver: Aurelia immortal. Macrocosmos y microcosmos. Con Javier Silva como espléndido cicerone.


11 comentarios:

  1. En palabras de nuestro compañero David Cenizo, “lo que hace grande a una obra es su pervivencia a través del tiempo por ser la solución a un problema comunicativo”.
    Actualmente, el arte contemporáneo plantea un debate (uno y muchos más) sobre, precisamente, esa comunicación.

    Estamos en un momento, se planteó en la charla de la galería Javier Silva, en el que se han roto los códigos emisor-mensaje-receptor ya que, en ocasiones, se pretende realizar un arte excesivamente intelectual por mucho que beba de lo visual. Esto puede hacer que no entremos en la obra de arte con lo que, según la frase que abre este texto, no es, el arte contemporáneo, bueno o al menos grande.

    Por supuesto quien pasa a la historia no lo logra por hacer lo que todo el mundo hace sino por ir un paso más allá, resolver un problema, tender un puente entre estilos o, en definitiva, generar un lenguaje propio en el que otros artistas se puedan inspirar y asimilar.

    ¿Podemos aprender de los nuevos artistas? O, por ir un paso más allá ¿cuándo dejó el arte de crear ese lenguaje propio?

    En nuestro momento presente muchas veces se repiten (no sé hasta qué punto sin querer) fórmulas ya planteadas en el siglo XX con las vanguardias o incluso antes puesto que, como diría la película “El nombre de la rosa”, "no hay progreso […] sino, a lo sumo, permanente y sublime recapitulación”, una que tal vez no sea tan sublime por, en este caso particular, ser la obra expuesta demasiado intelectual.

    La interpretación correcta de la producción de Javier Viver requería de un conocimiento previo sobre sus inquietudes, propósitos y disquisiciones varias sobre los temas concernientes a la muestra, algo absolutamente contrapuesto al arte figurativo de épocas pasadas pero absolutamente común en el arte contemporáneo.
    Este hecho acentúa el elitismo intelectual del que ya decía Ortega que el arte nuevo hacía gala, generando por consiguiente una ruptura con el espectador, que muchas veces tendrá que interpretar lo que percibe desde su propia cosecha o, si no la tiene, desde la de otras personas que, se supone, saben más, perdiéndose así el pensamiento crítico, individual, informado.

    Esto podría llevarnos a otro punto de la conversación sobre lo paradójico que esto resulta al verse en el contexto de las sociedades tan tremendamente individualistas en las que vivimos, siguiendo a la masa en las ideas pero anteponiéndonos a nosotros mismos en los actos.

    Por ir finalizando, ¿se puede aprender de los artistas cuando realizan un arte obcecado en el intelectualismo y que hace perder todo código comunicativo? ¿Podemos imbuirnos de su conocimiento y sus formas cuando ni siquiera acompañan sus obras de cartelas con la ficha técnica? ¿Es por tanto, y para realizar de una vez la pregunta definitiva, arte aquel producto que pretenda serlo pero del que no se pueda aprender?

    Muy seguramente no podamos, efectivamente, aprender gran cosa de este arte nuevo y, más concretamente, de la exposición de Viver, pero si le investigamos como se requiere podremos vernos influidos por su obra, su forma de ver las cosas o sus ideas sobre la inmortalidad, tema subyacente en su muestra pero con el que nos cuesta relacionarla debido a esos errores comunicativos que hemos visto ya que, efectivamente, son errores en tanto que su producción no llega al espectador y que el mensaje no queda claro en su relación con el título general de la exposición por muy haya intencionado que haya sido el presentar las piezas desprovistas de cartela.

    En definitiva, el devenir que seguirá el arte en los próximos años es obviamente desconocido aún, pero, y muy a pesar del tiempo que ya llevan las vanguardias haciendo mella en las diversas disciplinas artísticas, aún hay problemas que solventar en la comunicación artista-espectador, lo que nos lleva a otra pregunta por si no había suficientes: ¿debe democratizarse el arte, hacerse accesible tanto a nivel económico como intelectual, a todo el mundo?
    Hecho queda el planteamiento.

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    1. Veo que has aprovechado,de forma adecuada, todo aquello que hemos puesto en el tablero en el que jugamos, con todos, esta divertida partida. Arte y vida. Recuerdo y presencia. Lo sabido y lo que nos atrevemos a preguntar. Lo que tenemos ganado y el riesgo de perderlo todo en un envite. Lo que somos y lo que aspiramos a ser. ¿Quién da más?

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  2. Sin duda ha sido interesante el debate establecido a cerca de ese problema de comunicación presente en la galería al requerir de una explicación de la exposición para la comprensión de las obras y de sus significaciones. Al parecer esta idea de un arte para todos que solo puede ser comprendido por unos pocos puede traer como consecuencia una visión condicionada de las obras una vez se conoce su trasfondo variando igualmente el criterio del gusto por las imágenes en función del conocimiento que se tiene sobre las mismas. Sin embargo mi atención ha estado bastante másenfocada en el tema de la propia exposición o, mejor dicho, en uno de los temas que planteaba. El transhumanismo y la búsqueda de la inmortalidad.

    No podemos negar que la vida eterna ha sido uno de los deseos más anhelados por la humanidad desde el inicio de los tiempos, y con el cambio tan repentino que estamos sufriendo actualmente gracias al aterradoramente rápido avance tecnológico, ¿quién puede garantizar que en cuestión de años el ser humano sea capaz de inventar un método para dar esquinazo a la propia muerte? Ya pudimos cumplir el sueño de volar hace apenas poco más de un siglo mediante la aviación, y hoy en día miles de personas pueden viajar por los cielos a diario a velocidades cercanas a la del sonido; al igual que cumplimos el sueño de adentrarnos en el espacio exterior y pisar nuestro satélite obteniendo ahora una gran cantidad de conocimientos acerca del universo. No obstante, ¿tendría los mismos efectos positivos para nosotros el hecho de que podamos vivir para nunca morir? Esta pregunta da lugar a un constante debate de ideas morales. La ausencia de la muerte tiene como resultado teórico una serie de inconvenientes evidentes como es la posible sobrepoblación descontrolada y la pérdida del valor de la vida al ser sencillamente eterna.

    Pero, ¿cómo puede el hombre alcanzar la inmortalidad? ¿Se ha logrado ya en algún momento de la historia? La exposición plantea el caso de la medusa y de los equinodermos, y una de las obras expuestas consta de ocho imágenes de ilustran el ciclo de vida de la medusa. ¿Qué tiene que ver esto con el transhumanismo? Pues bien, resulta que existe en nuestros días una especie de medusa, la Turritopsis nutricula, capaz de revertir su ciclo vital tras el deterioro de su cuerpo y de sus aproximadamente ochenta tentáculos en su etapa madura. En condiciones ambientales apropiadas es capaz de bajar al fondo marino con el fin de agrupar sus células y transformarse en pólipo del cual crecerá de nuevo el admirable celentéreo. Este aparentemente insignificante ser de no más de medio centímetro de tamaño es capaz de rejuvenecerse de manera indefinida, por lo que alcanza una inmortalidad relativa, repitiendo su proceso tantas veces como le sea posible siempre y cuando no sea víctima de un depredador, enfermedad o de la actividad de un ser marino que acabe con ella.

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    1. Es aquí cuando uno puede plantearse lo siguiente. ¿Está la vida eterna únicamente al alcance de los seres más simples? ¿El precio de la inmortalidad es acaso renunciar a nuestro conocimiento y reducirnos a un diminuto ser primitivo compuesto por un 95% de agua que carece de cerebro o espina dorsal siendo prácticamente incapaz de tener consciencia sobre sus propios movimientos? Porque si observamos la vida desde sus inicios hasta la actualidad veremos que indudablemente son los seres vivos más sencillos los que mejor sobreviven a cualquier catástrofe natural. Las medusas y los equinodermos, como gran parte de los animales invertebrados, existen en la naturaleza desde hace al menos 500 millones de años hasta donde se conoce. Puede que los dinosaurios dominaran la Tierra un día, y puede que esa herencia haya pasado a los mamíferos y al ser humano el día de hoy, pero estos reinados tienen siempre una fecha límite mientras que las formas de vida más primitivas sobreviven sin apenas sufrir cambios en su composición, quizás por sus escasas necesidades para realizar sus actividades. Todo lo contrario de los que sucede con el caso del hombre, obligado a cambiar constantemente su entorno para adaptarlo a sus gustos. Irónico resulta ser que las criaturas más preparadas para la vida sean a su vez las menos desarrolladas.

      ¿Y qué hay de la perduración en el tiempo? Se puede decir que una obra de arte está viva cuando perdura en el tiempo. Si establecemos una relación entre esta idea y la búsqueda de la vida eterna, ¿podría el ser humano ser inmortal si perdura en su estado a lo largo de la eternidad? Este caso solo sería posible si viajáramos a la velocidad de la luz, velocidad a la que solo alcanzan los cuerpos sin masa como son los fotones (partícula elemental que transporta las cargas de energía electromagnética como puede ser la luz que nosotros observamos). Pues, aun en el caso de que pudiésemos transformar nuestro cuerpo en fotones y viajar a dicha velocidad, el tiempo se dilataría lo suficiente como para que el viajero no pueda nunca más realizar acción alguna, pues el tiempo se habrá detenido completamente para él hasta que poco a poco se vaya desvaneciendo a medida que avanza por el espacio.

      Parece que la conclusión que se puede sacar del tema planteado de la exposición en la galería de Javier Silva es que burlar a la muerte como hizo aquel criado en Ispahán difícilmente tendrá resultados tan satisfactorios como quisiéramos obtener.

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    2. Me he visto obligado a dividir el comentario en dos partes debido a que no puedo publicar un texto de más de 4096 caracteres. 2^12, curioso número.

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  3. La exposición “Aurelia Inmortal”, visitada el pasado lunes en la galería “Javier Silva”, trataba de una investigación sobre la inmortalidad que mostraban las medusas en la cual al final de su vida se regeneran. Esto se trasladó al punto de vista de los humanos dando como producto la transhumanización y, por su composición, la visión del microcosmos y cosmos. El artista, para trasmitir tal concepción, crea fotografías de medusas en las diferentes etapas de su vida y cuadros que se asemejan a las amebas. También realiza una obra sobre erizos marinos que, nosotros sin conocer este concepto, escogimos como referencia.

    Nuestra visión inicial cambio tras el comentario del galerista sobre el trasfondo y materiales utilizados en la obra de los erizos. Los erizos se encontraban sin púas debido a que se encontraban debilitados, esto es reforzado por su cobertura de apariencia cerámica, sin embargo, están realizadas en bronce. Estos elementos forman una especie de sistema planetario por la disposición en la pared.

    Toda la exposición se basaba en tonos azulados, a excepción de las impresiones de las medusas que eran en blanco y negro.

    Tras observar toda la exposición, se abrió el debate de si realmente Javier Silva nos tendría que haber explicado lo que el artista quería trasmitirnos, y si, tras la información proporcionada, nos había influenciado subjetivamente en ello.

    A mi parecer, sí que son necesarios unos pequeños datos objetivos, como el título de la exposición o el título de la obra, pero no necesariamente todo lo que nos comentó el galerista. Estos pequeños detalles no pueden abarcar todo el concepto que el artista expone en su totalidad. De igual manera, el mensaje, aunque más difuso, se llega a entender. Estos datos concretos no cambian la perspectiva de manera drástica ya que son objetivos. Sin embargo, más información sobre el tema, aunque sea también objetiva, sí que nos puede cambiar la perspectiva del primer momento.

    Toda la exposición me cautivo positivamente. Hubo algunos detalles curiosos que, a simple vista, se escaparon y, tras aclaraciones varias, entendí con mayor complejidad la exposición. Un ejemplo seria la obra elegida compuesta por erizos de mar que realmente no se aprecia el material con que se realizó, ni el trasfondo; que puede derivar de su composición con un simple vistazo, sin tener que observarlo detenidamente.

    El otro debate que se llevó a cabo fue el de si el arte tiene que ser visualmente atractivo y tener un concepto complejo, si simplemente ha de ser atrayente visualmente y no tener un concepto tan complejo, o si solo es interesante por su apariencia visual. Yo creo que como cualquier otro producto que ha de venderse, tiene que ser visual y estético, pero si consigues que eso se sume a un concepto complejo, o que se trasmita más allá de lo visual, engrandece a la obra en sí. También, por el contrario, el público puede rechazar la en ambas ocasiones.

    Para finalizar, hablaré del folleto que, aunque no vimos muy detalladamente el diseño del mismo, era un objeto que te enlazaba la exposición haciéndote comprender visualmente mejor ese titulo dado de Aurelia Inmortal.

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  5. Javier Viver nos presenta una exposición, la cual, a simple vista relacioné con las diferentes texturas. Ésta resultó ser una representación "equivocada". Hablo de representación equivocada porque el artista, con esta exposición, intenta mostrarnos la vida marina, en parte; la vida de las medusas, animales inmortales y su cuerpo visto a través de un microscopio.

    Pero, ¿existen malas representaciones del arte? Simplemente, el autor nos quiere mostrar unas ideas y los espectadores podemos entenderlas tal cual o darle cualquier otro significado.

    Dentro de un gran debate sobre si para opinar del arte debemos conocer algo sobre ello, me quedo con la idea de que todas las personas pueden hablar de ello, la diferencia es que algunas podrán dar más argumentos.

    Por otro lado, ¿debemos conocer lo que el artista nos quiere transmitir, en cada una de las obras, para dar nuestro punto de vista? En mi opinión, si el artista quiere dar a entender algo y las personas no lo llegan a comprender como él desea no es un grave problema. Ya que esto es lo bello del arte, que pueda tener distintas interpretaciones. Cierto es, que en este caso, la participación de Javier Silva, en parte, y el título de la exposición “Aurelia Inmortal” nos ayudaron a comprender la exposición y, de esta forma, meternos más en el mundo que el artista quería mostrar.

    Los esqueletos de erizo de mar me parecieron la propuesta más bonita y llamativa de la exposición. Esta atracción aumentó al conocer el material con el que estaba hecha la obra.

    Las fotografías de las medusas, tanto las que nos mostraban simplemente medusas como las que nos enseñaban el ciclo de la vida de éstas me pareció una obra que nos aporta mucha información y conocimiento sobre la inmortalidad de dicho animal. Una serie de imágenes de medusas, desde que nacen hasta que mueren, y la forma en la que estaban colocadas en la exposición, formando un rectángulo cerrado con todas ellas, comenzando desde la izquierda y dando la vuelta entera hasta volver, de nuevo, al nacimiento.

    Esta obra abrió un debate sobre la inmortalidad de los humanos, ¿en algún momento se llegará a alcanzar? Y si es así ¿nos gustaría serlo? ¿Disfrutaríamos de ello? En mi opinión, que los humanos nunca muramos no es bueno, ya que el mundo estaría lleno de ancianos y cada vez necesitaríamos más operaciones y prótesis porque seguiríamos envejeciendo.

    Por último, debo hablar de los tondos que completaban la exposición. Eran tres, dos que creaban la misma obra de arte y el tercero como pieza única de la obra. Éste último fue el que más me gusto, los tres estaban realizados con oleo y representaban la vista de la medusa, como anteriormente he dicho, a través de un microscopio.

    Finalmente, añadir, que hubiera agradecido, que el galerista Javier Silva, no nos hubiera dado tanta información sobre la exposición antes de dar nuestro punto de vista y hablar sobre las obras que más nos gustan, lo que nos transmiten o por qué nos atraen más.

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  7. La exposición "Aurelia Inmortal" fue presentada por Javier Viver y me sugirió en un primer momento el diferente uso que se le puede aplicar a las texturas, proporcionando una u otra sensación ya que esta se formaba de un número reducido de obras y cada una con una aparienia distinta.

    Mi atención se centró mayormente en dos de las obras, una de ellas reliazada con hilos de pintura situada al frente de la sala que quizás destacaba más por su posición, ya que era la primera que veías al pasar la puerta. La segunda obra estaba formada por varias piezas y se posicionaba a la derecha, se componía de unos esqueletos de erizos de mar haciendo una composición muy amplia, y sin duda alguna es para mí la más bonita de toda la sala y aún más cuando descubrí que el mterial del que estaban realizadas era el bronce.

    Respecto al resto de obras que había en la exposición eran cuadros con grandes dimensiones en las que se veían medusas desde un microscopio, en uno de ellos se explicaba el ciclo de vida de estos seres vivos. Tabién estaban expuestos dos tondos con diferente textura al citado anteriormente.

    La exposición mostraba una gama de azules, lo que te envolvía de una atmósfera fría y llena de tranquilidad. Esta sensación me resultó más notable en la obra ya citada, los esqueletos de erizos, ya que su apariencia reflejaba armonía y simetría en cada una de las piezas.

    Respecto a la explicación de las obras, creo que no es necesario explicar una obra de arte porque para mí, las obras deberían hablar por sí solas. No es lo mismo ver una obra explicada previamente, que ver la exposición y esforzarte por comprender lo que transmite aunque luego te la expliquen y de este modo acabar de entenderla.

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  8. Tanto por el respeto de los antiguos artistas, como por la sensibilidad de todos los colectivos sociales y por la tranquilidad mental de los críticos de arte y de los pensadores, tal vez no deberíamos darle un significado concreto al arte.

    Las corrientes artísticas de los siglos anteriores al nuestro distan mucho de las actuales. Los cánones de belleza cambian tan rápido como sube o baja la marea, la sociedad y la cultura influye tanto en las obras de los artistas que no podemos decir que dos movimientos artísticos no estén fluyendo al mismo tiempo, en el mismo lugar e incluso en las mismas personas.

    El arte contemporáneo no es más que otro de esos movimientos. Una corriente a la que los artistas recurren para ponerle un nombre a su tipo de trabajo. Pero, ¿qué es el arte contemporáneo? <> es la definición que nos da la Wikipedia, una página web al alcance de todo el mundo con acceso a Internet y que cualquiera puede manipular y cambiar a su antojo. ``Arte de nuestro tiempo´´. ¿Qué quiere decir eso, exactamente? ¿Un arte con el que debemos sentirnos identificados, tal vez? Podría tener sentido, pues si es un arte que refleja el mismo tiempo en el que vivimos, ¿por qué no deberíamos sentirnos identificados con él? Pero, ¿qué ocurre si alguien no lo hace? ¿Y si yo no me siento identificada con esta corriente?

    Hace mucho tiempo que el artista dejó de crear por encargo y empezar a realizar obras que salían de él mismo. No cambió el fin con el que lo hacían: comer, poder mantener a sus familias, pero sí que lo hizo el motivo: vocación. Viendo el arte contemporáneo me pregunto si esto sigue siendo así. En cierto sentido, cuando veo obras que se denominan como ``contemporáneas´´, siento que el artista se está riendo de mí. ¿De verdad tengo que llamar por la misma palabra a dos cosas tan distintas como lo son los cuadros de Goya y cuatro papeles mal puestos en el suelo?

    Yo no considero arte a algo que puede hacer cualquiera. No, cuando todos esos cuadros antiguos (por ejemplo) tienten tanto trabajo detrás de ellos. Puedo estar equivocándome al poner por los suelos al arte contemporáneo siendo una simple estudiante de bachillerato que acaba de comenzar con sus conocimientos y experiencias en el mundo del arte, pero yo al menos me atrevo a dar mi opinión. Mucha gente que tiene la misma opinión que yo no se atreve a hablar sobre esto por ``miedo´´ a que les digan que son unos incultos. Tal vez, los verdaderos incultos son los artistas por considerar arte a una escultura que pretende simular el tejido de una medusa a vista microscópica cuando en realidad parece la alfombrilla del baño de cualquier casa. Y tal vez, la crítica de una persona común y corriente, entendiendo esto como alguien sin conocimiento alguno de arte, no vale tanto como la de un crítico de arte, pero simplemente por ser su opinión vale tanto como cualquiera.

    Entonces, tanto por el respeto de los antiguos artistas, como por la sensibilidad de todos los colectivos sociales y por la tranquilidad mental de los críticos de arte y de los pensadores, SÍ que deberíamos darle un significado concreto al arte, para que gente no mancille la memoria de los verdaderos artistas llamando a cosas como un vaso lleno de agua ``obra de arte´´.

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